Cualquiera que se enfrente por primera vez a la filosofía del residuo cero o zero waste y trate de aplicarla en su vida diaria se encontrará con situaciones potencialmente embarazosas. Dependiendo del grado de timidez o descaro, cada uno de nosotros se sacude la timidez como mejor puede. Lo que sí, es que siempre es reconfortante saber que NO ESTAMOS SOLOS.
Hoy compartimos con ustedes los momentos más embarazosos de la vida reduciendo residuos que nos han pasado.
Las compras:
Aquellos que tienen la suerte de vivir cerca de tiendas a granel y mercados probablemente habrán comenzado por aquí. Otros que aún no tienen este privilegio, habrán tenido que resignarse con lo que ofrece el entorno: tienditas de la esquina y el temido supermercado.
Muchos de ustedes se reconocerán en esta escena: los tuppers han sido cuidadosamente preparados y están ahí, en la bolsa de tela, listos para ser usados. Todo lo que tienes que hacer es animarte a preguntar, en vez de eso, te encuentras dando tres vueltas frente al mostrador antes de encontrar el valor para hacer la fatídica pregunta y que al final te miren mal.
Pedirles que usen tu tupper o tu bolsa es una ruptura a los patrones, nos pone en evidencia porque no tenemos ni idea de cómo reaccionará la persona que está frente a nosotros. ¿Será capaz de entender las razones de esto? ¿Nos mirará como si estuviéramos locos?
Aunque en el último año la sensibilidad hacia el tema de la reducción de residuos ha aumentado, la de utilizar los propios envases sigue siendo una petición "particular", por lo que sin duda es una buena idea preguntar muy educadamente y con una sonrisa: ¡no somos raros, simplemente tenemos una meta!
A veces se concede la solicitud, mientras que a otros se les deniega, por razones de higiene.
En algunos casos, a pesar de una negativa, los empleados nos consuelan expresando su solidaridad, subrayando que lo harían gustosamente, pero que correrían el riesgo de ser despedidos. En estos casos nos corresponde a nosotros ser comprensivos o intentar ir a establecimientos diferentes.
La hora de la comida:
Otro momento difícil en la vida del zero waste es la pausa de la comida. Los que no tienen un lugar dentro de la oficina equipada con platos de cerámica, o los que no tienen un restaurante de confianza en el que puedan comer sin desechables, a menudo se encuentran comprando comida para llevar, obviamente envuelta en plástico o servida en unicel.
Todo esto en compañía de tus compañeros de trabajo, puede ser difícil atreverse y pedirles que les pongan la comida ordenada en su tupper. En ese momento puedes recibir miradas desaprobatorias de los compañeros, vendedores e incluso de tu jefe y pueden realmente hacerte entrar en pánico.
Respira y no entres en pánico, para vivir como zero waste es necesaria una buena dosis de ¡valor!
También en este caso decide tú mismo, tal vez probando paso a paso: puede que incluso te des cuenta de que no estás solo y algún compañero quiera acompañarte.
Taquizas / picnic / cumpleaños / baby showers:
Uno de los mejores momentos con los amigos y familiares son las fiestas. Taquizas, carnita asada, nopalitos, mucha comida rica y ¡zas de repente los platos de unicel o plástico!
Las taquizas, las fiestas de cumpleaños, los picnics, etc. Son generalmente el reino del uso del desechable. Con un poco de valor puedes presentarte con tus propios platos, cubiertos y vasos reutilizables.
En este caso, la vergüenza sube hasta las estrellas porque te enfrentas a parientes y amigos, a veces este comportamiento puede ser interpretado como grosería, o visto como una exageración.
Depende de cada uno de nosotros evaluar hasta dónde debemos llegar, pero también en este caso explicar con gran amabilidad porque lo hacemos y quizás algunos amigos podrían seguir el ejemplo.
¿Es embarazoso seguir la filosofía zero waste?
Esta es la pregunta que se hace uno a menudo en estas situaciones: ¿por qué es que algo que es bueno para mí y para el planeta genera tanta pena?
A veces sí, da mucha pena. Pero solo porque es un cambio de la actual mentalidad desechable y los humanos nos acostumbramos a todo. Es extraño, es nuevo (a pesar de que nuestros abuelos generaban mucha menos basura) y por lo tanto tomará un tiempo antes de que se vuelva (o más bien regrese a ser) algo normal.
¿Cómo proceder en estos casos? Cada uno tiene que hacer lo que siente: nadie es perfecto y no hay una solución que se adapte a todos.
Un buen método es sonreír, empezar con un saludo, señalar desde el principio que la petición puede parecer un poco especial y, sobre todo, no olvidar nunca usar "por favor".
En muchos casos vale la pena intentar superar esta vergüenza inicial y con un poco de suerte se puede incluso encontrar gente ya sensible al tema y descubrir que, ¿por qué no, a veces los límites están en nuestras cabezas?
¿Y para ti? ¿Cuáles son los momentos más embarazosos de la vida sin residuos?