Material de protección por COVID-19: Un nuevo problema de contaminación

En los últimos meses alrededor de todo el mundo se han incrementado las ventas de material de protección sanitario, como lo son cubrebocas, guantes y caretas protectoras; tanto a nivel social como a nivel hospitalario, todos sabemos la razón de su uso, pues hasta podríamos sentir que ya es común ver a la mayoría de las personas usándolos, sin embargo, su mal manejo podría ocasionar nuevos problemas, tanto de salud como ambientales.

¿A qué me refiero con lo anterior? Al día de hoy, cada gobierno está llevando su propia estrategia para poder combatir esta enfermedad y no tener un impacto económico tan grande, paulatinamente se está dando el regreso de actividades; pero mientras no se encuentre un tratamiento para el SARS COV-2, se tendrá que regresar con mucha precaución, lo que implica el uso de este material de protección.

Cuidarnos y cuidar de los demás es imperativo, pero como ya lo había mencionado la vez pasada, nuestros objetivos deben ser guiados después de analizar las consecuencias a futuro.

El Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) señaló qué en un día, una persona que trabaja en contacto con personas que padecen de esta enfermedad puede requerir hasta 16 cambios de guantes, cuatro batas, cuatro cubrebocas desechables, una mascarilla N-95 y cubrebotas.

En cuanto a las personas que usan material de protección pero sin formar parte de los equipos médicos, se recomienda que cambien cada día su cubrebocas, ya que el tiempo máximo de efectividad para estos es de 24 horas.

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, el 1% de las mascarillas que se desechan de forma incorrecta son equivalentes a más de 10 millones de cubrebocas al mes, lo que afecta especialmente a ríos y océanos.

Esta foto tomada el 21 de mayo de 2020 muestra guantes de plástico y máscaras faciales y otros desechos frente a Antibes, en el sur de Francia.   -   Derechos de autor  Operation Mer Propre via AP

Con estos datos en la mente y multiplicando la cantidad de artículos mencionados por cada persona, médico y hospitales alrededor de todo el mundo, podemos darnos una idea de la magnitud del impacto que estos materiales de prevención ocasionarán al medio ambiente.

Una opción que muchos habitantes de diversos países empezaron a tomar, fue el uso de mascarillas hechas de otros materiales como tela o algodón, ya que las mascarillas médicas empezaban a escasear y así también se reduciría el impacto ambiental, puesto que estas se podrían lavar y reutilizar; pero debemos saber que la OMS señaló que el uso de estas nuevas mascarillas (no médicas), en un ambiente comunitario no ha sido bien evaluado, por lo que no hay evidencia científica para recomendar su uso o no.

En conclusión, lo primordial es jamás tirar ninguno de los materiales antes mencionados a la calle, en realidad no deberíamos tirar ningún tipo de desecho pero estos en especial ocasionarían que los riesgos de contagio pudieran incrementar, ya que diversos estudios científicos aseguran que el Covid-19 puede permanecer activo en distintas superficies hasta por tres días, en otro punto, como lo comentamos, desecharlos de manera incorrecta conduce a que lleguen a ecosistemas acuáticos. Cada uno debemos aprender a utilizarlos mesuradamente, si tu situación te lo permite y no es estrictamente necesario salir, además de evitar la propagación del virus, estarás disminuyendo este tipo de desechos que están generando contaminación, y finalmente si ya usaste estos materiales deposítalos en una bolsa bien cerrada (de preferencia biodegradable) que además esté rotulada, con la intención de evitar que los recolectores de basura la abran y corran el riesgo de contagiarse.

Por ahora es todo lo que podemos hacer, pero no olvidemos que nuestra pequeña semillita puede dar grandes frutos.

Sofía Padilla