Seguramente cada día te llegan un montón de noticias desesperanzadoras de lo que está ocurriendo en el mundo, y si formas parte del movimiento zero waste, te sentirás frustrado y desesperanzado la mayoría de las veces. Muchas veces me viene a la mente una frase de Mafalda: “paren el mundo, que me quiero bajar” y es que a veces si dan ganas de tirar la toalla.
Desde hace algunas décadas la comunidad científica y los grupos ecologistas se muestran preocupados y vienen alertando sobre algunos de los problemas que ahora se están intensificando: contaminación, exceso de residuos plásticos, cambio climático, pérdida de biodiversidad o sequías.
Han pasado más de 40 años y el panorama no ha cambiado, es más, ahora mismo todos estamos sintiendo y viviendo las consecuencias de lo que se veía venir y que no hemos sabido resolver con anterioridad.
Pero y ¿Por qué debemos esforzarnos por cambiar?
Porqué lo que está verdaderamente en riesgo es nuestra supervivencia, y no es que un día existamos y al siguiente ya no, antes que ese día llegue, podríamos enfrentar un sinfín de situaciones desagradables como: escasez de alimento, agua, recursos y lo que nos podría llevar a situaciones de guerras y enfrentamientos entre nosotros mismos para poder sobrevivir.
Obviamente los más afectados serán las generaciones más jóvenes, y si me pongo a pensar en esto, definitivamente no puedo quedarme con los brazos cruzados. Los cambios son enormes, no solo a nivel personal sino en el sistema económico y los gobiernos, pero no podemos esperar a que ellos tomen la iniciativa.
Se dice que la crisis climática no es planetaria sino una crisis de la humanidad; yo quiero pensar que aún estamos a tiempo de expandir nuestra consciencia, de hacer uso de la empatía, la generosidad, del apoyo mutuo, del trabajo en equipo, y juntos con econsciencia consigamos crear un mundo mejor para las generaciones futuras.